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domingo, 22 de setembro de 2013

Dos teólogos españoles de prestigio enjuician la histórica entrevista concedida por el Papa a las revistas de la Compañía

José Manuel Vidal (In Religión Digital) Masiá: “El Papa es un pensador que sabe dudar y un creyente que sabe confiar”. Sinodalidad y discernimiento, claves de lectura de la histórica entrevista papal Castillo: “Francisco anuncia que la Iglesia vuelve a retomar el gobierno sinodal”. Dos teólogos españoles de prestigio enjuician la histórica entrevista concedida por el Papa a las revistas de la Compañía. José María Castillo destaca la sinodalidad, como la clave más importante y se alegra de que el camino hacia ella llevará a la Iglesia de Gregorio VII a Francisco. Por su parte, el también teólogo Juan Masiá subraya la importancia que Francisco concede al descernimiento y su capacidad de “pensar dudando y creer confiando”. De Gregorio VII a Francisco José María Castillo Tengo la impresión de que somos muchos los católicos, y demasiados los ciudadanos, que no acabamos de caer en la cuenta de la extraordinaria importancia que entraña la larga entrevista que el papa Francisco ha hecho pública para darnos a conocer sus ideas y sus proyectos. Por supuesto, en lo que dice el papa. Es de enorme interés lo que Francisco afirma sobre la moral sexual en la que machaconamente insiste tanto el clero, sobre sus ideas políticas, sobre la misericordia y la bondad que debemos poner en práctica todos los seres humanos, sobre la religiosidad y otras cuestiones que sería largo enumerar. Sin embargo, el asunto más importante, que, a mi modo de ver, trata el papa, sospecho que se le escapa a mucha gente. Y es que la teología, como ocurre con la biología o la medicina, no está al alcance de todo el mundo. Sin embargo, periodistas y tertulianos, que no se atreverían a pontificar sobre cuestiones técnicas de biología, dictan sentencia tranquilamente sobre asuntos teológicos que exigen muchos años de estudio y reflexión. Pero vayamos al tema que interesa. Hace cerca de mil años, en 1073, fue elegido papa un monje que tomó el nombre de Gregorio VII. Corrían malos tiempos para la Iglesia. Como es sabido, era entonces cuando estaban en auge las investiduras. Los señores feudales nombraban a su antojo (o según sus conveniencias) a los obispos, abades, y toda clase de cargos eclesiásticos. La Iglesia estaba en manos de los laicos, en el peor sentido que pueda tener esta afirmación. Y fue entonces cuando Gregorio VII decidió cortar con semejante estado de cosas. Lo cual era necesario y urgente. Pero, para conseguir un fin bueno, no se le ocurrió otra solución que concentrar todo el poder de la Iglesia en el papa. El criterio determinante quedó formulado por el mejor conocedor de esta historia, Y. Congar: “Obedecer a Dios significa obedecer a la Iglesia, y esto, a su vez, significa obedecer al papa y viceversa”. Gregorio VII fijó sus convicciones en un documento famoso que consistía en 27 axiomas contundentes, que se resumen en tres criterios patéticos: 1) el papa es señor absoluto de la Iglesia; 2) el papa es señor supremo del mundo; 3) el papa se convierte en indudablemente santo (H. Küng). Ahora bien, al atribuirse estos poderes, Gregorio VII acabó con una larga etapa de diez siglos en la historia de la Iglesia. Siglos en los que la Iglesia floreció, creció y forjó una cultura, que el monje Hincmaro de Reims supo sintetizar de forma admirable: “La Iglesia se expresa en plenitud en los concilios ecuménicos, al tiempo que regula su vida histórica por medio de los sínodos en los que se reúnen los obispos de una región determinada”. Lo cual quiere decir que el gobierno ordinario de la Iglesia no se gestionaba desde Roma, sino mediante los sínodos locales, que presidían los obispos de una región. Siempre tomando las decisiones democráticamente con la participación de todos los miembros de cada sínodo local. Los nombramientos de obispos, las leyes litúrgicas y canónicas, etc, se adoptaban en los sínodos. La Iglesia no tenía una estructura de gobierno “curial”, sino “sinodal”. Sólo así se conocían los problemas que había que resolver. Y se tomaban las decisiones adecuadas. Así, aquella Iglesia tuvo una vida creciente, durante mil años. El actual obispo de Roma, el papa Francisco, nos acaba de anunciar a todos que la Iglesia vuelve a retomar el gobierno sinodal. ¿Será como el del primer milenio? No puede ser idéntico. Pero, por lo que el papa ha dicho, irá ciertamente por ese camino. Dice Francisco en su reciente entrevista: “Los dicasterios romanos están al servicio del papa y de los obispos: tienen que ayudar a las iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura. Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores”. Esta es la idea que Francico tiene sobre el papel que les corresponde a las Congregaciones de la Curia Vaticana. El papa las pone al servicio de las Conferencias Episcopales. Y no al revés. Pero la cosa no se queda en esto. El redactor de la entrevista recuerda que el pasado día de San Pedro, el 29 de junio, el papa definió “la vía de la sinodalidad” como el camino que lleva a la Iglesia unida “a crecer en armonía con el servicio del primado”. En consecuencia, mi pregunta es ésta: “¿Cómo conciliar en armonía primado petrino y sinodalidad? ¿Qué caminos son practicables, incluso con perspectiva ecuménica?” Esta pregunta es fuerte y, en cuanto empiece a ponerse en práctica el proyecto al que apunta, todo cambiará. Porque, en el fondo, lo que viene a decir es que nos sentaremos juntos todos los cristianos – sea cada cual de la confesión que sea – para intercambiar en serio nuestras propuestas, hasta que lleguemos al día dichoso de recuperar la unidad perdida. Por eso, sin duda, el mismo Francisco siguió diciendo: “Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el papa. Hay que vivir la sinodalidad a varios niveles. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del sínodo, porque la actual me parece estática. Eso podrá llegar a tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos. De ellos podemos aprender mucho sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común, observando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la ruptura entre Oriente y Occidente, acabará dando frutos”. Y el redactor añade estas palabras de Francisco, palabras que tienen que remover las bases de la teología: “Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése”. Con una añadidura final, que les calla la boca a los que viven de la protesta contra todo cuanto viene de Roma: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del “machismo con faldas”…. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar…. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. Este papa es noticia mundial porque ha tomado en serio el Evangelio. Y más en serio aún, la centralidad de Jesús en la vida. Lo central no es la religión y sus ritos, ni los dogmas y sus ortodoxias. De nada de eso habla Francisco. Aquí no se escucha el sonsonete de la prédica clerical, moralizante, amenazante y con frecuencia excluyente. El futuro de la Iglesia está en recuperar su pasado. El pasado que nos lleva derechos al galileo Jesús de Nazaret. Si no echamos por ese camino, la Iglesia no va a ninguna parte. Si el Evangelio es el centro, lo decisivo no será la religión. El centro será la humanidad, todo cuanto nos humaniza. Por eso el papa es noticia mundial. Francisco, Papa del discernimiento Juan Masiá Contra el vicio del fanatismo, la virtud de la incertidumbre. Abundan hoy los fanatismos religiosos, políticos e ideológicos. En nombre de no sé qué divinidad, se planean terrorismos. En nombre de no sé que libertad y democracia, se desencadenan guerras injustas, mal llamadas preventivas. En nombre de no sé qué ideología partidista, se disimulan corrupciones y se miente en los parlamentos desmintiendo evidencias. Y la justificación de todos estos fanatismos se afirma con la retórica de las certidumbres absolutas, apoyadas por intolerancias, a veces teístas, a veces ateas, pero siempre exclusivistas y discriminadoras: los malos son el otro equipo, se distingue claramente del nuestro y se supone que merece ser aniquilado por el hecho de ser diferente. Por eso, lo que más me ha gustado en la tan comentada entrevista al Papa Francisco, es su capacidad de pensar dudando y creer confiando. Su relectura es una dosis medicinal de sana incertidumbre, terapia contra los fanatismos. A Francisco no le gusta presumir del monopolio de la meta. “A Dios, dice, se le encuentra en el camino”. No le convence el tradicionalismo restauracionista cristiano, que “lo quiere todo claro y seguro”. Entre líneas atisbamos que él no va a predicar certidumbres absolutas para arrojarlas a la cabeza de un público fanático. Sabe que se expone a decepcionar a los fundamentalistas y anticipa la crítica de quienes le sospechen relativista. “No, si se entiende en el sentido bíblico, según el cuál Dios es siempre una sorpresa y jamás se sabe dónde y cómo encontrarlo, porque no eres tú quien fija el tiempo, ni el lugar para encontrarte con Él. Es preciso discernir el encuentro. Y por eso el discernimiento es fundamental”. Es notable el énfasis en el discernimiento en muchos párrafos de la entrevista. Cuando repito su relectura subrayando palabras clave, el bolígrafo fluorescente me pone de relieve el vocabulario de la incertidumbre confiada y la inseguridad segura que utiliza Francisco: “acompañar, buscar, ser creativo, aprender de los otros, aprender con el tiempo, consultar, síntesis de juventud y vejez, de cultura, fe y vida, caminar por caminos nuevos, salir de sí, vivir en periferias y fronteras, animar en vez de lamentarse, leer los signos de los tiempos, pensar con pensamiento abierto e incompleto, discernir más que discutir, narrar más que teorizar, tener en cuenta a las personas…” Pensador, que sabe dudar, y creyente, que sabe confiar, opta Jorge Mario Bergoglio por la genialidad de santo Tomás en vez de por el tomismo decadente. Ese tomismo escolástico decadente prevalecía en la época de algunos manuales de filosofía que él estudió en el seminario -por cierto, con las certezas claras y distintas del mismo tomismo decadente en que se formó y enseñó su predecesor Karl Woijtila-.Pero el Papa Francisco opta hoy por la genialidad tomásica versus el tomismo decadente. Por eso elige: para pensar, dudar, y para creer, confiar. Sigo releyendo la entrevista y coloco en un marco el párrafo conclusivo de una espiritualidad de la incertidumbre fiel: “Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él…”

segunda-feira, 16 de setembro de 2013

La Teología de la Liberación respira

Los mensajes del Papa sobre la pobreza y el poder avivan el debate sobre la Teología de la Liberación///////////// El cardenal Cipriani tacha de “ingenuo” que el pontífice reciba al fundador de esa corriente//////////////// Los pobres, el dinero, el poder eclesiástico: he aquí buena parte de los debates entre eclesiásticos desde que el jesuita Francisco está al frente de la Iglesia romana. En medio, el fantasma de la Teología de la Liberación, un movimiento execrado con severidad durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, éste en primera línea de combate cuando fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el Santo Oficio de la Inquisición. Todavía en 2009, advirtió Ratzinger sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica. “Sus consecuencias, hechas de rebelión, división, ofensa y anarquía aún ahora se hacen sentir, creando gran sufrimiento y grave pérdida de fuerzas vivas”, dijo. Anteayer remachó la execración el cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei. La teoría sobre la proverbial hostilidad entre la Compañía de Jesús y el Opus colmó de maledicencias la Red cuando fue elegido papa el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco, el santo de los pobres. ¿Se resignaría el Opus a perder más poder en el Vaticano, y, para colmo, a manos de sus competidores de antaño ante las altas burguesías católicas? Los pasos aperturistas de Francisco, sobre todo su revolucionaria sencillez y austeridad, además del tono cuasi revolucionario de algunos de sus discursos, empiezan a chirriar en sectores ultras de la Iglesia. No es casualidad que la primera reacción pública proceda del más alto eclesiástico del Opus, el cardenal de Lima. La chispa tampoco es baladí: la audiencia que Francisco concedió el miércoles al teólogo Gustavo Gutiérrez, el fundador de la Teología de la Liberación. El cardenal Cipriani calificó de “ingenuo” al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Müller, por haber promovido ese encuentro y por acoger en Roma a Gutiérrez como si fuese un gran pensador ortodoxo. Añadió el prelado en declaraciones a Radio Programas del Perú (RPP): “Müller es buen alemán y buen teólogo, un tanto ingenuo. Mi lectura es que ha querido acercarse a su amigo Gutiérrez, a quien le tiene cariño, a quien quiere de alguna manera ayudar a rectificar e insertarse en la Iglesia católica. La reunión está siendo utilizada para describir un acercamiento con una corriente teológica que hizo mucho daño a la Iglesia”. Sostuvo Max Weber que los evangelios tienen la mala costumbre de hablar bien de los pobres y mal de los ricos. Resume esa impresión la parábola del camello y la aguja, que está con ligeras variaciones en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de Dios”. La frase debió hacerse famosa nada más pronunciarla Jesús, el fundador cristiano. Muy pronto iba a ser detenido cerca de Jerusalén, torturado y crucificado por el sistema de poder de su tiempo, también por el sistema religioso. Bergoglio concediuó el miércoles audiencia al teólogo Gustavo Gutiérrez En sus comienzos, el mensaje cristiano puso el acento en el abismo que media entre los ricos y los pobres, entre los humildes y los poderosos. No siempre ha sido así, y menos cuando el imperio romano es relevado en Roma por el imperio católico. Pero siempre ha habido voces de teólogos y jerarquías en favor de los desheredados de la tierra. Teología para los pobres, no sobre los pobres. La primera vez que se acuña el programa eclesiástico de “la opción por los pobres” es por boca de Juan XXIII, en 1962. Fue el pontífice que convocó el Concilio Vaticano II. Tenía dos preocupaciones, el diálogo con el mundo moderno y la unidad de las iglesias, pero días antes de la inauguración introdujo una tercera línea de debate: los pobres. “Opción por los pobres”, pidió. Seis años más tarde, en mayo de 1968, el entonces prepósito general de los jesuitas, Pedro Arrupe, pidió a los miembros de la Compañía de Jesús en América Latina que tal opción fuese “preferencial”. Así nació la Teología de la Liberación. ¿Tiene vigencia esta teología tras 40 años de condenas y castigos? La pregunta está en el ambiente, con gran preocupación entre los sectores que empiezan a recelar del discurso y las formas, claras y sencillas, del nuevo papa, jesuita y argentino. La pasada semana, el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, dedicó gran espacio al libro en italianoDe parte de los pobres, teología de la liberación, teología de la Iglesia, escrito por Gustavo Gutiérrez junto con el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, exprelado de Ratisbona (Alemania) y actual prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Gutiérrez, ahora ingresado en un convento de dominicos en Francia, fue quien dio nombre al movimiento con la publicación en Lima, en 1971, del libro Teología de la Liberación. 'L'Osservatore romano' dedicó un gran espacio al líder de esa corriente Una fotografía del teólogo con el arzobispo Müller presentando ese libro en alemán, de hace algunos años, ha dado ahora la vuelta al mundo y ha alarmado a los detractores de esa teología. Müller fue alumno y es amigo del pensador peruano desde que, siendo joven el prelado alemán, acudió a Lima a foguearse entre los pobres. “Ese nombramiento como prefecto de la Congregación que se ocupa de la ortodoxia de la doctrina católica, sumado a la elección de un jesuita y arzobispo de Buenos Aires como obispo de Roma, fueron calificados en algunos ambientes como una revancha de la Teología de la Liberación, criticada por Juan Pablo II y por el cardenal Ratzinger”, escribió en mayo la agencia de noticias Zenit, propiedad de los Legionarios de Cristo. Ha sido una impresión muy extendida. En aquel momento, esto es lo que declaró Müller, según la misma agencia: “Es necesario distinguir entre una teología de la liberación equivocada y una correcta. Un cristiano tiene que encontrarse en su casa en cualquier parte”. Antes, en 2004, había dicho en Ratisbona que “la teología de Gustavo Gutiérrez, al margen de cómo se la considere, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el correcto modo de actuar cristiano, ya que deriva de la fe auténtica”. Pero la agitación de partidarios y detractores trasciende la famosa fotografía. Esto opina el obispo Pedro Casaldáliga: “Con la llegada del papa Francisco se ha agitado el tema y nos hemos confirmado en la convicción de que la teología es Teología de la Liberación o no es teología, ciertamente no lo sería del Dios de Jesús”. ¿Quién le tiene miedo a la Teología de la Liberación?, se pregunta este prelado catalán, obispo desde 1971 de la diócesis de São Felix do Araguaia, la más extensa del Brasil. Amenazado de muerte por defender a los pobres y a sus combativos teólogos y sacerdotes, salvó la vida cuando Pablo VI advirtió bien alto, para que oyera la dictadura de aquel tiempo: “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”. No tuvieron tanta suerte otros mártires de esa teología, como el también obispo Oscar Romero, de El Salvador, ya en tiempos de Juan Pablo II. Sartorio ve lógico el resurgir de esta teoría "con un papa jesuita y latinoamericano" Que la primera encíclica escrita en solitario por Francisco vaya a titularseBeati pauperes (Bienaventurados los pobres), no avala a quienes le suponen veleidades con la teología de la liberación. Al contrario, ya expresó su criterio contrario durante el pasado viaje a Brasil, el mes pasado. Nada de experiencias que tengan algo que ver con el marxismo, ha proclamado. ¿Acaso es marxista la Teología de la Liberación? “Si doy limosna a un pobre, me llaman santo; si pregunto por qué hay tantos pobres e intento ayudarles, me llaman comunista”, se lamentaba Hélder Pessoa Cámara, el famoso obispo de Recife (Brasil). Cuando murió Juan XXIII en pleno concilio, se escuchó a un monseñor de la Curia romana rezar por él. “Que Dios le perdone el daño que ha hecho a la Iglesia con este concilio”. Años más tarde, fue Pablo VI el execrado por la Iglesia tradicional a causa, sobre todo, de su apoyo a los padres de la Iglesia latinoamericana reunidos en Medellín (Colombia), en 1968, para ver cómo podían aplicar el Vaticano II en las realidades de América Latina. De aquel acontecimiento dice ahora Gustavo Gutiérrez: “El problema al que nos enfrentábamos no es cómo hablar de Dios en un mundo adulto, sino cómo anunciar a Dios como padre amoroso y justo en un mundo inhumano e injusto”. Raúl Vera, obispo de Santillo (México), se suma a esa protesta y devuelve la pelota a quienes creen que Juan Pablo II y Ratzinger hicieron bien persiguiendo a prelados y sacerdotes comprometidos con Medellín y con Pablo VI. “No se corrigió en Puebla la Teología de la Liberación, se corrigió el Evangelio”, dice. Puebla, en México, fue donde el papa polaco tronó más alto contra los teólogos de la liberación. Raúl Vera, que fue prelado auxiliar del mítico Samuel Ruiz en la diócesis de Chiapas, ha estado este fin de semana en Madrid para hablar al congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIIII. Según el obispo mexicano Raúl Vera, "en Puebla se corrigió el Evangelio" “¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!”, dijo Francisco la pasada primavera, nada más ser elegido papa. ¿Suena acaso a teología de liberación? Rodeado de potentados de todo el mundo, había afeado antes, en su primer discurso oficial, las ínfulas de poder de las jerarquías católicas. Raúl Vera, el obispo mexicano, susurró en aquel momento a su compañero de escaño en la basílica de San Pedro: “Oye, qué bien, este Papa viene a por nosotros”. Lo cuenta a EL PAÍS antes de subrayar que Francisco también ha exhortado a los jóvenes a ser revoltosos (“tengan el valor de ir contra corriente”), y a los obispos a oler menos a pastor y más a oveja. Hay un debate abierto sobre la vigencia de esta teología, o sobre su futuro, al que los obispos españoles no son ajenos. Sus medios de comunicación así lo reflejan, casi siempre con hostilidad. Sin embargo, callan al ser preguntados. Varios prelados se han negado a entrar en el tema, a consultas de EL PAÍS. Es como si estuvieran esperando una señal del Vaticano, aparte la ya enviada por L’Osservatore Romanoacogiendo a Gustavo Gutiérrez en sus páginas. “Con un papa latinoamericano y, además, jesuita, la Teología de la Liberación no podía quedarse mucho tiempo en la sombra, donde ha estado relegada desde hace años”, dice Ugo Sartorio, teólogo italiano y director del Messaggero di Sant’Antonio, comentando ese hecho. “Se trata de una teología que fue dejada fuera de juego por un doble prejuicio: uno, que todavía no ha metabolizado la fase conflictiva de mediados de los años ochenta, y otro, el rechazo de una teología considerada demasiado de izquierdas y, por tanto, tendenciosa”, añade. Juan Rubio, de 'Vida Nueva': "El análisis marxista ya quedó relegado" Esto opina Juan Rubio, director deVida Nueva, la gran revista católica española (de la congregación marianista) con ediciones en Hispanoamérica: “La Teología de la Liberación ha ido creciendo en ramas distintas, coincidiendo con los cambios sociopolíticos de América Latina y del Caribe. Los planteamientos son distintos porque las situaciones son distintas. El análisis marxista ya quedó relegado en muchos de los posicionamientos de esta teología, pese a que hay quienes para atacarla aún siguen esgrimiendo injustamente esas razones de método. La pregunta es si esa teología es ya parte de la historia y cumplió su papel, o por el contrario, ha evolucionado y ofrece claves que puedan ayudar a entender la realidad de pobreza, injusticia y opresión, de nuevo cuño, en las que viven inmersos aun hoy aquellos países. Esa es la pregunta que se hacen muchos cristianos que ven en esta teología un compromiso afectivo y efectivo con el Evangelio y con la necesaria conversión de estructuras injustas. Nuevas perspectivas se abren, no hay que estar cerrados a ellas”. Juan Rubio, que conoce bien a los obispos españoles y ha conversado durante horas en el reciente pasado con el papa Francisco (la edición argentina de Vida Nueva fue apadrinada por el actual pontífice, entonces arzobispo de Buenos Aires), sostiene que “la Teología de la Liberación, como una más, no la única y exclusiva, ayudará a aquellas iglesias a entender mejor aquellas realidades. Pueden ser más o menos discutibles algunos de sus puntos, pero lo que nunca puede hacer la Iglesia es amordazar e impedir el sano y libre ejercicio de la teología, así como la propia misión magisterial de la Iglesia. Un diálogo parece abrirse ahora de la mano de los seguidores de Gustavo Gutiérrez con un papa que, si bien no es considerado seguidor de esa teología, si está en condiciones de entenderla mejor. Se abre una etapa de dialogo en la que primará, sin duda, el reconocimiento a tantos hombres y mujeres que siguiendo estas líneas teológicas han dado su vida testimonialmente en defensa de los más pobres”. A pesar de los gestos, Tamayo cree difícil que Roma apoye esta teología En cambio, Juan José Tamayo, reelegido el sábado pasado secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, duda que la Iglesia institucional pueda asumir la Teología de la Liberación, pese a que a la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones de Francisco, la respuesta pueda parecer afirmativa. Añade: “Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos —no así las teólogas— de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica —los pobres, los movimientos sociales—, la radicalidad de sus opciones —interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual—, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones”. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/15/actualidad/1379275901_142314.html

segunda-feira, 9 de setembro de 2013

Um desafio para o Papa Francisco: assumir plenamente a humanidade

Leonardo Boff/////////////////// Adital///////////////// Como comentário a uma entrevista que dei ao jornal La Libre Belgique, de 9 de agosto de 2013, um leitor (Marc Den Doncker) escreveu estas palavras que considero dignas de serem refletidas. Ai, diz ele: "O bom Papa Francisco anuncia francamente uma revolução na linha de uma humanidade mais plenamente humana. Ele diz: se alguém é um homossexual que procura Deus e é de boa vontade, quem sou eu para julgá-lo? Pode bem ser que em algum tempo, o Papa expressará amor por uma pessoa homossexual que não procura necessariamente Deus, mas que é, apesar de tudo, alguém de boa vontade. Aí estaria a influência do Espírito Santo". Continua o comentário: "Pode bem ser que, em algum tempo, o bom Papa Francisco, refletirá bem no fundo de seu coração sobre uma pobre mulher que se perfura com uma agulha de tricotar para se livrar de um feto, fruto de um violento estupro, porque já não aguenta mais e se encontra desesperada. Pode bem ser que o bom Deus, em algum tempo, em sua infinita bondade, fará o bom Papa entender a situação desesperadora desta mulher que, tomada de profunda perturbação, deseja morrer. Pode bem ser que o bom Deus, em sua infinita bondade, compreenderá que um casal que decidiu não ter mais filhos, utilize tranquilamente a pílula. Pode bem ser que o bom Deus, em sua infinita bondade, suscitará a consciência de que a mulher goza da mesma igualdade e dignidade que o homem". "Dilacero-me interiormente, prossegue o comentarista, porque a vida nos dá, dia após dia, uma abundância espantosa de fatos trágicos. Em face desta situação real, estaria a Igreja pronta para deslizar por um caminho escorregadio, mas na direção de uma humanidade, enfim, plenamente assumida, animada pelo Espírito Santo que não tem nada a ver com princípios e casuísmos que acabam matando o amor ao próximo? É preciso. Sim, confiantes, esperaremos. De fato, não poucas autoridades eclesiásticas, Papas, cardeais, bispos e padres, com dignas exceções, perderam, em grande parte, o bom senso das coisas, esqueceram da imagem do Deus de Jesus Cristo, chamado docemente de Abba, Paizinho querido. Esse seu Deus mostrou dimensões maternas ao esperar o filho extraviado pelo vício, ao procurar a moeda perdida na casa e ao recolher sob suas asas as pessoas, como o faz a galinha com seus pintinhos. Sua característica principal é o amor incondicional e a misericórdia sem limites, pois Ele ama os ingratos e maus e dá o sol e a chuva aos bons e aos maus como nos dizem os Evangelhos. Para Jesus não basta ser bom, como o filho fiel que ficou na casa do pai e seguia todas as suas ordens. Precisamos ser compassivos e misericordiosos com os que caem e ficam perdidos nas estradas. O único que Jesus criticou foi esse filho bom, mas que não teve compaixão e não soube acolher o irmão que estava perdido, mas que voltou para casa. O Papa Francisco, em sua fala aos bispos no Rio, cobrou-lhes uma revolução da ternura e a capacidade ilimitada de compreensão e de misericórdia. Seguramente, muitos bispos e padres devem estar em crise e são urgidos a enfrentar este desafio da revolução da ternura. Devem mudar radicalmente o estilo de relação para com o povo: nada burocrático e frio, mas caloroso, simples e carregado de enternecimento. Este era o estilo do bom Papa João XXIII. Há um fato curioso que revela como entendia as doutrinas e a importância do encontro cordial com as pessoas. O que conta mais: o amor ou a lei? Os dogmas ou o encontro cordial? Giuseppe Alberigo, leigo de Bologna, extremamente erudito e comprometido com a renovação da Igreja, foi um dos maiores historiadores do Concílio Vaticano II (1962-1965). Seu grande mérito foi ter publicado uma edição crítica de todos os textos doutrinários oficiais dos Papas e dos Concílios desde os primórdios do Cristianismo: o Conciliorum Oecumenicorum Decreta. Ele mesmo conta no Il Corriere di Bologna que viajou, orgulhoso, a Roma para fazer a entrega solene ao Papa João XXIII do volumoso livro. João XXIII gentilmente tomou o livro em suas mãos, sentou-se em sua cadeira pontifícia e, tranquilamente, colocou o volume no chão. E pôs ambos os pés em cima do famoso volume. É um ato simbólico. Tudo bem que haja doutrinas e dogmas. Existem para sustentar a fé não para inibi-la ou servir de instrumento de enquadramento de todos e de condenação. Pode bem ser que o bom Papa Francisco se anime a fazer algo parecido, especialmente com referência ao Direito Canônico e a outros textos oficiais do Magistério, que pouco ajudam os fiéis. Em primeiro lugar, vem a fé, o amor, o encontro espiritual e a criação de esperança para uma humanidade atordoada por tantas decepções e crises. Depois as doutrinas. Oxalá o bom Deus, em sua infinita bondade, conduza o Papa Francisco nesta direção corajosa e simples. (Para os que quiserem verificar a informação acima, deixo aqui a fonte de referência: Alberto Melloni: Introdução ao livro: Ângelo Giseuppe Roncali, Giovanni XXIII. Agende del Pontefice 1958-1963. Instituto per le Scienze Religiose, Bologna 1978 p. VII). http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=PT&cod=77465

domingo, 1 de setembro de 2013

A ‘Igreja pobre para os pobres’ e a não ordenação das mulheres

Jung Mo Sung------------ Adital----------------------- Após o impacto e a euforia da visita do papa Francisco ao Brasil, é tempo para reflexões. Se há alguma novidade na metodologia da Teologia da Libertação foi a pretensão (nem sempre realizada) de ser uma reflexão crítica sobre a experiência da fé no seguimento de Jesus e, portanto, das lutas pelas emancipações e libertações humanas. Após um "banho de emoções” desta visita, algumas reflexões críticas. Uma das grandes diferenças entre a visita do papa Francisco em relação às visitas dos papas João Paulo II e Bento XVI foi o tamanho dos discursos e sermões entre eles. Papa Francisco parece acreditar mais em gestos simbólicos (não artificiais ou rituais, mas espontâneos e que comunicam por si) combinados com discursos mais breves que explicitam posições que nem sempre são claras nos gestos. Um exemplo marcante disso foi o seu discurso no Teatro Municipal do Rio de Janeiro quando defendeu o valor do Estado Laico e as contribuições das diversas tradições religiosas para a sociedade, em uma cerimônia que contou com líderes das mais diversas tradições religiosas e setores da sociedade. Parece que ele crê que a melhor forma de a Igreja Católica se comunicar com a sociedade hoje é a linguagem mais simbólica que expresse os valores do evangelho. Assim, a sua presença no Brasil pode ser vista realmente como uma expressão pública do seu desejo de uma "Igreja pobre e simples voltada para pobres e pessoas de boa vontade”. Dessa forma, a Igreja seria uma testemunha com mais credibilidade do seguimento de Jesus, aquele que nem tinha onde reclinar sua cabeça (cf. Lc 9,58). Realmente, longos discursos dogmáticos podem convencer pessoas da validade de uma doutrina, mas não convertem pessoas, nem as motivam a entrar na caminhada e luta. Se os gestos e posições simbólicos são tão fundamentais na transmissão de mensagens que vão além da descrição do que existe, que levam as pessoas a perceber a vontade de Deus e a lutar pela realização dessa vontade na Terra, eu me pergunto qual será a mensagem que a Igreja transmite ao mundo quando trata a não ordenação presbiteral das mulheres como algo definitivo. Quando se discute o fim do celibato obrigatório e a ordenação dos homens casados, o que estão no centro do debate é se a vocação e a ordenação presbiteral estão subordinados ao celibato. Isto é, a opção de aceitar o celibato, uma decisão pessoal, é ou não condição necessária para a ordenação. Mas, quando se discute a ordenação ou não das mulheres, não está em discussão se há alguma exigência de ordem de decisão pessoal (aceitar ou não o celibato ou qualquer outra exigência), mas se as mulheres como tais são aptas ou não receber a ordenação. O que implica também se as mulheres são passíveis ou não de serem chamadas, vocacionadas, por Deus para o serviço de presbíteras na comunidade. Ao tratar a não ordenação das mulheres como algo definitivo e não histórico ou cultural, a Igreja está dizendo ao mundo – através desse "gesto simbólico”– que há um problema "ontológico” com as mulheres que não lhes permitem ser cogitadas por Deus para serem vocacionadas à odenação. Pareceria que Deus tem algum problema ou restrição em relação ao "ser” das mulheres; parece que Deus não quer ou não pode chamar mulheres para a ordenação. Não trato aqui do debate doutrinário sobre a ordenação de homens e/ou mulheres; nem o papel do presbítero/clero na comunidade cristã, mas a mensagem que a sociedade percebe no "gesto simbólico” de dar como definitiva a não ordenação das mulheres. Muito menos quero discutir aqui as razões teológicas ou de política eclesiástica que levaram papa Francisco a dizer rapidamente que essa questão está resolvida. O que quero apontar é que, com essa posição, a Igreja Católica confunde a sociedade. Pois, se a "Igreja pobre para os pobres” testemunha a vida simples e pobre de Jesus na sua pregação do Reino de Deus, a Igreja que não pode ordenar mulheres não testemunha o ensinamento neotestamentário de que entre os batizados em Cristo "não há mais judeus ou gregos, nem servos ou livre, nem homens e mulheres; porque todos vós sois um em Cristo Jesus” (Gal 3,27-28). [Autor, com Hugo Assmann, de "Deus em nós: o reinado que acontece no amor solidário aos pobres”, Ed. Paulus. Twitter: @jungmosung]. http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=PT&cod=77306